Un ataque de pánico es una reacción intensa y desmesurada en la que aparecen síntomas de ansiedad de manera repentina y sin previo aviso. Esta respuesta de ansiedad se caracteriza por una sensación de miedo intenso acompañada de síntomas físicos y emocionales. Estos ataques de pánico generalmente duran entre 5 y 20 minutos, aunque algunos pueden durar hasta una hora.
Los ataques de pánico son una respuesta natural del cuerpo a una situación que se percibe como amenazante. Esto puede ser una situación real o imaginaria. Los ataques de pánico también pueden ser desencadenados por el estrés, la ansiedad, el uso de drogas o el consumo excesivo de alcohol.
Los síntomas de un ataque de pánico pueden variar de persona a persona. Los síntomas más comunes son:
Además, muchas personas que sufren de ataques de pánico también experimentan:
El tratamiento psicológico para los ataques de pánico puede ayudar a las personas a entender y manejar sus síntomas. El psicólogo puede enseñar a las personas técnicas de relajación y respiración para ayudar a reducir la ansiedad. También pueden ayudar a las personas a identificar y cambiar los pensamientos y comportamientos que contribuyen a los ataques de pánico, así como establecer el análisis funcional adecuado para identificar situaciones clave.
El tratamiento farmacológico pueden ayudar a reducir los síntomas de ansiedad y prevenir los ataques de pánico. El tratamiento debe ser pautado siempre por un especialista, que recomendará (según el caso) medicamentos de tipo antidepresivo, ansiolítico, entre otros.
Con la ayuda profesional adecuada, cualquier persona que sufra ataques de pánico puede tener una vida normal, adoptando las estrategias necesarias y canalizando los síntomas de ansiedad como su terapeuta de referencia le recomiende. A veces en estos casos es necesario incluir la desensibilización sistemática para que la persona vaya exponiéndose de manera controlada a situaciones ansiógenas, aplicando las técnicas aprendidas en consulta.