Cuando trabajamos la asertividad y la empatía en consulta, promovemos expresarnos desde lo que sentimos y necesitamos. Establecemos límites claros con los demás y con nosotros mismos. No obstante, a veces nos enfrascamos tanto en nuestro propio proceso que podemos correr el riesgo de descuidar el impacto que nuestras acciones y palabras causan en las otras personas. Una relación siempre es cosa de al menos dos personas, por lo que se genera una responsabilidad mutua. En el artículo de hoy hablamos de la llamada responsabilidad afectiva y cómo debemos tenerla presente siempre.
Hoy en día los términos ghosting, breadcrumbing, orbiting, entre otros. Se han popularizado gracias en parte al incremento del uso de redes sociales como Instagram y Facebook. Si bien profundizaremos en estos términos en otras publicaciones del blog. No podemos dejar de señalar que la práctica habitual de estas interacciones solo empaña y dificulta las relaciones sociales y personales de calidad.
En consulta trabajamos muy a menudo la comunicación asertiva. Esta comunicación se basa en poder transmitir a la otra persona un mensaje respetuoso de forma bilateral, para el otro y para uno mismo. Establecer límites sanos con los demás y mantener intacta la calidad de la relación es posible gracias a la asertividad. No obstante, a veces nos encontramos con la delgada línea que separa nuestro proceso psicológico del proceso del otro. Es ahí cuando hablamos de la responsabilidad afectiva.
Está claro: cuando mis decisiones son acordes y van en la línea de las decisiones de la otra persona, es difícil que se produzca un conflicto. Sin embargo, cuando me corresponde establecer un límite claro o tomar otra decisión diferente a la que los demás podrían esperar de mi, es muy fácil que se produzca algún tipo de conflicto. No nos engañemos: la forma en la que yo comunique esta decisión influirá enormemente en las reacciones e interpretaciones de la otra persona. Si utilizo un estilo de respuesta asertivo y respetuoso, se dificulta la aparición de un conflicto (aunque la probabilidad de que este aparezca nunca será cero). En cambio, si mi estilo de respuesta es impositivo, directivo, agresivo o pasivo, sí podremos hablar de tener una responsabilidad en lo que se refiere a la reacción de la otra persona.
Por ello, resulta imprescindible mentalizarnos de una realidad que no podemos ni debemos esquivar, en aras de establecer relaciones sanas y constructivas. Tenemos una responsabilidad afectiva en lo que se refiere a otras personas y nuestras acciones y respuestas causan un impacto y tienen influencia en el proceso psicológico de los demás. Negar esto y centrarse de forma exclusiva en nuestro propio proceso resulta perjudicial, no solo para otros sino también para mi y mi forma de relacionarme.
Gracias por leer nuestro artículo sobre Qué es la responsabilidad afectiva y por qué debemos tenerla presente siempre de MentSalud.