Cuando oímos hablar de los terrores nocturnos, rápidamente los asociamos a los niños pequeños que tienen pánico a la oscuridad. Y de manera general, suele ser así. Los terrores nocturnos aparecen en la infancia y tienden a desaparecer conforme se van cumpliendo años, pero también pueden aparecer en la edad adulta, provocando verdadera angustia a la persona que los sufre cada vez que tiene que ir a dormir.
Denominamos como nictofobia al terror irracional a la oscuridad. Y, en realidad, tiene sentido. Los humanos poseemos una visión muy limitada en la penumbra, casi inexistente en la oscuridad total y si a este hecho le sumamos la cultura del cine de terror, se explica bastante bien la existencia de la nictofobia. No obstante, cuando hablamos de los terrores nocturnos nos referimos a ellos como un trastorno del sueño en adultos que manifiesta algunos de los siguientes síntomas:
La aparición de los terrores por la noche en personas adultas suele ir de la mano de largos periodos de estrés, ansiedad o etapas muy complicadas en la vida de una persona. La fatiga y el cansancio extremos, y otros trastornos como el trastorno afectivo bipolar o el trastorno por estrés postraumático también están relacionados con la aparición de los terrores.
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